Así no obtiene sabor de ninguno.
Para demostrar a su estómago que no lo aprecia en absoluto.
Así la ensalada tendrá gusto a tabaco y el tabaco un deje profundo a vinagre.
Espere unos minutos y enciéndalo otra vez. Logrará un cigarrillo con sabor a cualquier cosa , menos a buen cigarrillo.
Siga, así comenzará a quemar lo que filtró el mismo tabaco.
Si les molesta el humo, ¿quién les mandó ponerse a su lado?
Así el humo saldrá bien caliente, achicharrándole bien el paladar, la lengua o los labios y, por supuesto, los dedos. Puede ayudarse haciendo muchas aspiraciones seguidas, preferentemente muy profundas y sin que se escape nada (pero nada de nada) de humo al aspirar.
Tal vez, además de fumador empedernido y guarro, logre convertirse en incendiario.
Si quiere convertirse en un perfecto pésimo fumador, corra mil metros o dé largos paseos, de varios kilómetros, sobre una bicicleta fumando un cigarrillo.
Con un cigarrillo en los labios, dormido. Tal vez logre quemar la cama. O a su pareja. O a usted mismo.